Una tarde con Enric Torres-Prat
Ya os hablé de este gran pintor e ilustrador que quizá conoceréis si estáis familiarizados con la cultura popular. Enric trabajó muchos años para publicaciones pulp que llegaron a nuestro país, como Creepy, Vampirella, Vampus, e incluso en otras vertientes como el cómic de superhéroes o libros de ciencia ficción patrios.
Pero no vengo a hablaros de su extensa carrera, cimentada luego en múltiples publicaciones en Estados Unidos, convirtiéndose en un referente mundial desde hace décadas. Un auténtico clásico a día de hoy.
Tampoco es mi intención tocar el tema de que realizó la cubierta de mi bolsilibro de terror, Hedor en Jackson Hole. Resulta que con Enric compartimos un amigo común, el gran Fernando Pérez, es más fue este el que nos presentó. Enric se ofreció amablemente a colaborar conmigo. ¡Todo un honor!
Mi propósito no es hablar de eso, sino contaros cómo es pasar una tarde con el maestro Enric Torres-Prat. A nivel humano, fuera de su faceta o de su aura de artista legendario. Evidentemente, detrás hay una persona. Una gran persona.
Acudimos con el colega Fernando a su domicilio para entregarle unos ejemplares de cortesía de mi bolsilibro de horror. Os reconozco que da un poco de vergüenza —quizá sea síndrome del impostor— estar ante alguien de la talla de Enric mostrándole un librito que tú has escrito y que tiene su arte en la cubierta. Recuerdo que nos comentó que la reproducción de colores había sido óptima, un detalle que parece apreciar y mostrar interés.
Pero lo de menos era Hedor en Jackson Hole. Es evidente que para mí es un honor y un orgullo que haya tenido a bien regalarme ese gesto. A mi yo de hace unos cuarenta años, cuando era niño, le parecería imposible que algo así pudiese suceder: que yo escribiera un libro y que además el ilustrador del mismo fuera Enric, a quien veía en las portadas de algunos cómics en los quioscos y me parecía prácticamente el mejor.
Como digo, eso era irrelevante. Una tarde con Enric y mi amigo Fernando supone hablar un poco de todo. Sí, evidentemente vamos a tocar puntos de arte, ilustración y todo lo relacionado con publicaciones, revistas, libros, Vampirella, colegas artistas que por desgracia ya no están entre nosotros y temas relacionados... Pero también hay espacio para otras vertientes que quizá os pueden sorprender.
Enric es, contrariamente a lo que pensarían algunos, curioso ante la tecnología. Curioso y hasta cierto punto, me atrevo a decir, abierto. Siendo uno de los representantes tal vez del arte clásico y de los procesos de trabajo de toda la vida, no está en contra del avance tecnológico. O al menos, me da la sensación de que su interés y curiosidad creativa, que tienen los artistas, le impide apartarse de lo que ofrece la vanguardia tecnológica.
Fernando y él comparten videojuegos. ¡Enric juega a la PlayStation 5! Y quizá se maraville por los entornos digitales que el hardware actual puede crear. ¿Pensáis que sería una persona un tanto carca y anclada en el pasado en cuanto a este tipo de opiniones? Me temo que no.
La conversación fluye tomando algo y las horas pasan veloces. Toco un asunto que puede parecer un tanto peliagudo: el arte digital. Voy más allá al notar que no hay problema: la IA. La inteligencia artificial orientada a lo artístico, incluso a la ilustración. Me puedo sentir un tanto insolente, pensando que le estás hablando a Dios del diablo ... pensando que uno de los mejores y clásicos ilustradores del mundo, con todo su talento arcaico y artesanal, se soliviantará o será crítico al extremo ante la posibilidad de que las máquinas hagan algo similar. Curiosamente, no. Enric, a pesar de su avanzada edad, parece no demonizar, o al menos tratar de ver con mirada limpia, todo lo nuevo que aparece.
Y no deja de ser razonable. Puesto que muchos artistas lo que les ha movido es la curiosidad y la apertura de miras a la hora de observar el mundo. Poco después, estamos viendo el tráiler de un videojuego que saldrá pronto y los tres coincidimos en que los renders y las capturas de movimiento están llegando a unos niveles impensables hace años.
Pero ahí puede surgir, inesperadamente, lo clásico. El simpar arte de Enric, que nos deja a Fernando y a servidor sin palabras. El maestro desaparece unos instantes y, como el que va a buscar cualquier cosa, con total naturalidad, vuelve con una nueva Vampirella que está pintando.
Nos quedamos boquiabiertos. Él no le da importancia. Si le preguntamos cuánto ha tardado en hacer esa nueva maravilla, todavía inacabada pero con visos de ser una de las mejores, responde quitándole importancia y con un plazo que nos resulta muy corto. Enric no destila el mínimo aire de grandeza. A pesar de ser un auténtico veterano consagrado y de los más reputados en su profesión, nos habla como a dos amigos y con una sencillez asombrosa.
El maestro ha superado desde hace unos años los 80. Es otro de los detalles que nos fascina. ¿Cómo es posible que su arte siga siendo tan bueno? No es me tenga por un experto, pero me atrevo a aventurar... ¿cómo es incluso que sea mejor?
Él nos explica que nunca dejas de aprender. En su profesión ha tenido la suerte de que la salud le ha respetado y puede seguir trabajando a su avanzada edad y conseguir resultados a la altura de su propio mito. A Fernando y a mí nos da la sensación de que está trabajando más que nunca. Es más, intuimos que le sienta la mar de bien seguir nutriendo al mundo con más piezas de su asombroso talento.
Recibimos una visita muy entrañable y la noche se nos ha echado encima con las horas pasando furtivas. Hemos hablado de física cuántica, de tebeos, de tecnología, de historias humanas... de todo un poco. Incluso hemos puesto encima de la mesa la posibilidad de colaborar en un futuro con la inclusión de alguna otra de sus ilustraciones dentro de mis humildes libros...
Es lo de menos. Fernando y yo nos vamos con la sensación de que ha sido un lujo. No por el hecho de conocer y compartir unas horas con uno de los mejores ilustradores de las últimas décadas, no porque nos haya cedido una de sus piezas y todo lo demás; sencillamente, por ver a un hombre que sigue trabajando en lo que le gusta y que continúa mirando a la vida con optimismo y franqueza a su avanzada edad.
¡Eso es también un verdadero arte!