Reseña de «Terror en el condado» de Donald Curtis

Ya sabemos quién hay detrás de este seudónimo. Uno de los escritores de literatura popular más prolíficos, famosos y queridos de este país: Juan Gallardo Muñoz.

Casi todo el mundo conocemos como Curtis Garland (otro de sus seudónimos, quizá el que más usó), el caso es que a Juan se le considera, y con suficientes motivos, como un escritor todoterreno de bolsilibros. Igual te escribía romántica, western (como es el caso), erótica, ciencia ficción, bélico... Cualquier cosa que brotase de su máquina de escribir tras un encargo, y que le pudiera garantizar el sustento.

Pero tal vez, y entre la gran cantidad de producción literaria que nos suministró, se le tiene encumbrado como un escritor de novela negra, terror o incluso sci-fi.

Y aquí es donde vengo yo a salirme un tanto del guion. Y es que creo que es uno de los mejores en el género del Oeste, algo que rara vez se reivindica. O, al menos, todo lo que he leído de él del Far West me resulta ciertamente delicioso. A la altura de otros maestros especializados, como puedan ser Silver Kane o J. Mallorquí.

Donald Curtis (Juan Gallardo Muñoz)

Terror en el condado nos da de nuevo una ración de lo mejor de este particular Donald Curtis. No sé quién dijo alguna vez que Woody Allen siempre hacía la misma película, pero que era igual de buena. Pues con Gallardo, en cuanto a western, por ahí van los tiros (y nunca mejor dicho). Siempre te escribe más o menos el mismo bolsilibro, y siempre resulta igual de fresco e interesante.

Esta vez nos propone un subgénero que domina a la perfección, aunque aplicaba solo de vez en cuando: el weird western. O, por lo menos, y no quiero adelantar acontecimientos, lo que podría serlo.

Ese componente sobrenatural está aquí encarnado por un pérfido malhechor llamado Angus Karma, que ha vuelto después de la muerte tras ser ahorcado y que sembrará el terror en el condado, fiel al título de esta novela corta.

Y hay más ingredientes inexplicables, aparentemente mágicos. Un misterio dantesco con cadáveres a los que les faltan la carne de la cabeza, pies y manos. Y que pueden aparecer en el momento más inesperado y, como no podía ser de otra forma, dramático.

El protagonista, Richard Russell, se sale algo de la norma de Gallardo. En este caso es un antihéroe alcohólico que ejerce las veces de improvisado sheriff. Aunque, a poco que conozcamos al autor, sabemos que todo tendrá una explicación y la redención le puede aguardar a la vuelta de la esquina.

En este bolsilibro vamos a encontrar, por supuesto, todos los tópicos del Oeste que queremos. Saloons, disparos y emboscadas, rufianes malignos y sin escrúpulos, damas con escotes generosos... Pero el bueno de Donald Curtis nos regala ciertos elementos de novela policíaca, en una mezcla de géneros que consigue sin aparente esfuerzo. 

Va dosificando la información convirtiéndolo en prácticamente un whodunit. A su vez, horneado con los otros ingredientes de misterio, terror, acción, e incluso el romance de turno.

El guiso ya está listo en este pequeño papel de pulpa y cuando nos queremos dar cuenta, nos hemos leído esta novelita; casi de una sentada. Y sí, nos ha dejado un buen sabor de boca. Por lo menos es lo que me ha sucedido a mí. Y estoy casi seguro de que será, de igual forma, del agrado de vuestro paladar.


Alfonso M. González (Alan Dick, Jr.)

Juan Gallardo Muñoz
La reedición de Ediciones B, que es el que tengo y he leído yo 

1977, Bruguera. Colección Búfalo Serie Roja nº 1219
1998, Ediciones B. Colección Oeste Legendario nº 367