Reseña de «Una brizna de hierba» de Marisa Villardefrancos

No sé si soy solo yo o a otros lectores de bolsilibros les sucede igual. 

Normalmente, tengo aversión a los románticos.

Sí, no sé por qué me pasa. Quizá es porque soy un hombre, quieras que no algo carroza, de casi cincuenta años. Tal vez sea porque es un género algo denostado, dentro de una literatura popular de por sí denostada… 

No sé bien cuál es el motivo; el caso es que he ido adentrándome en los bolsilibros y probando todos los géneros, y el que menos me apetecía siempre era el romántico o «rosa».


libro de Marisa Villardefrancos


Y lo cierto es que he leído ya unos cuantos. De la omnipresente Corin Tellado; del bueno de Silver Kane, firmando con otros seudónimos; o del propio Curtis Garland, escribiendo con su propio nombre. O incluso del gran J. Mallorquí, que tocó prácticamente todos los palos…


Y tengo que reconocer que algunos me han sorprendido de manera positiva. Esto de prejuzgar no es un buen asunto. Aunque uno tenga sus predilecciones, siempre es bueno dejarse llevar y beber de otras aguas narrativas, puesto que no sabes qué fuente acabará saciando tu paladar lector.


Y esto me lleva a este Una brizna de hierba y a su autora: Marisa Villardefrancos.


Para empezar, este bolsilibro de la colección Alondra directamente no lo podemos calificar de romántico. Hasta donde yo sé, esta colección de Bruguera publicaba novelas rosa y de esas temáticas. No obstante, lo que te encuentras en esta novelita corta de Marisa se distancia completamente del género.


¿El motivo? Lo desconozco. Es el primer libro que leo de esta autora (y a buen seguro no será el único) y no sé si se prodigó de esta manera en más ocasiones, saliéndose de la norma. ¿Quizá quiso escribir otros géneros y las editoriales la tenían encasillada en ese tipo de novelas «para chicas» de la época y se lo impedían?


Es muy posible. Lo que es evidente también es que la vida personal de Marisa Villardefrancos, a poco que echemos un vistazo a su biografía, es digna de cualquier novela, casi un melodrama. Con muchos problemas de salud desde muy pequeña, se vio postrada en una silla de ruedas y desarrolló una temprana afición por la escritura y la lectura. Y a tenor de lo que he leído, una portentosa imaginación.


Pero vuelvo a Una brizna de hierba, que es lo que me compete aquí. Os he dicho que no es una novela romántica, a pesar de estar englobada en esta colección. ¿De qué género es? Pues no es del todo fácil aseverarlo. Podríamos hablar de un thriller, una novela de misterio… Incluso, de una novela con tintes de terror, o casi detectivesca.


Lo que he olvidado comentar, y quieras que no es relevante, es que este bolsilibro es una maravilla. Es muy bueno y demuestra que la autora escribía realmente bien y estaba dotada de mucha cultura. Quizá aporta aquí una mayor documentación y ambientación de las que el propio formato requería. Una brizna de hierba se sale casi de lo que eran esas publicaciones de quiosco por la calidad que rezuma. Es como meter el motor de un deportivo en el chasis de un seiscientos…


Gracias al amigo Manuel García, coleccionista de bolsilibros, que me lo ha cedido para esta reseña.

Este bolsilibro empieza con un carácter epistolar. Conocemos a la que creemos que será la protagonista, una chica que acepta un nuevo trabajo en un misterioso castillo de la campiña inglesa. Marisa cambia de puntos de vista, pasando de primera persona a tercera, con una naturalidad digna de alabar. Si pensamos que las sorpresas acabarán aquí, no han hecho más que empezar. ¿Recordáis lo que hizo Hitchcock en Psicosis? Pues podemos encontrar ciertas similitudes, ya que Una brizna de hierba nos mantiene pegados a sus páginas en una historia absorbente con un estilo de primera.


¿Os habéis fijado que no os he hablado apenas del argumento? El motivo es que no quiero desvelar casi nada. Os diré que, aunque tira de algunos clichés como una posible casa encantada, con propietaria muerta en extrañas circunstancias, a su vez, juega con ellos con firmeza y sin que podamos anticipar nada.


Una brizna de hierba tiene una ambientación y un pulso difíciles de igualar. El lector va a estar en vilo hasta su resolución y toda la experiencia será satisfactoria; hasta el punto de que, a buen seguro, tendrá muy en cuenta a esta autora en un futuro.


En esto de los bolsilibros, que algunos escritores estén enterrados fuera de la memoria colectiva parece relativamente habitual. Muchas obras, como la presente, solo fueron editadas una vez y con la cantidad de publicaciones que había y la periodicidad infernal de gran parte de ellas, no es extraño que pasasen desapercibidas. Nos corresponde a nosotros reivindicar algunas gemas de nuestra literatura popular, como es esta novela corta de Marisa.


A veces, son tan difíciles de ver y de atrapar como una brizna de hierba…



Alfonso M. González A.K.A. Alan Dick, Jr.

Colección Alondra
 Si no quedas saciado con este bolsilibro, en la parte trasera...

1968, Bruguera. Colección Alondra nº 799. Ilustración de la cubierta: Desilo