In memoriam: Adolf Quibus

Lo cierto es que quería haber escrito esto antes. Sin conocer con exactitud el motivo, no he podido hacerlo hasta ahora...

Adolfo Quibus falleció hace unos meses. El 27 de agosto, para ser exactos. Si no sabéis quién era os diré que se trataba de un hombre creativo y multifacético: escritor, actor, director, inventor... etcétera.

Adolfo Quibus

Mi vinculación con él venía de los bolsilibros. Adolf (le llamaré así porque era como firmaba esas publicaciones de quiosco) fue uno de los escritores de aquellas novelas cortas, que tanto vendieron durante varias décadas en este país. Desafortunadamente quedan pocos autores de esta literatura popular vivos. Esta particular versión del pulp patrio, que alimentó de sueños a varias generaciones con literatura barata y de consumo rápido. Y que, en ocasiones, albergaba auténticas joyas entre sus páginas.

Adolf no fue de los que escribió cientos de esas novelas cortas, ni precisamente de los que permaneció durante años en este desempeño. Hasta donde yo sé, escribió mayormente para Bruguera y debe haber una treintena de títulos aproximadamente firmados por él.

Como os comentaba al principio, él se dedicó a otras vertientes artísticas y creativas durante su vida, como el teatro, el cine, la televisión, etcétera. No estuvo centrado durante muchos años en ser un escritor de bolsilibros.

Pude conocerlo a través de unos amigos, puesto que residía, como yo, en Barcelona. Curiosamente, nunca en persona. Siempre hablé por teléfono o a través de redes sociales con él. Habíamos quedado para vernos en carne y hueso, aunque por desgracia los fuimos posponiendo y nunca fue posible...

Adolf sabía que yo estaba escribiendo y publicando bolsilibros. Lo supo desde que salió Pulp Reality. Recuerdo que me animaba a continuar y me felicitó por ello. Le dije que cuando nos viéramos le entregaría algunos ejemplares de regalo, por si podía sacar un hueco y leerlos. Os parecerá una tontería, pero me hacía ilusión que un escritor de bolsilibros ―de los originales― tuviese un bolsilibro mío. Era como unir dos mundos. Tender un puente en el tiempo. Sí, debe ser una tontería de un servidor...

Hablamos varias veces por teléfono. Le invité a participar en mi pódcast de literatura, en Empezando a escribir. Recuerdo que estuvimos comentando de hacer una charla, una larga entrevista en la que explicase todo su bagaje como escritor, y en general como creador. Era un hombre al que le gustaba reflexionar sobre ese tipo de cuestiones. Parecía tener una memoria prodigiosa, que brotaba con vigor en aquellas conversaciones.

Nunca pudimos grabar ese episodio. Alguna vez charlamos durante horas. Los dos lo sabíamos y era como un ensayo de ese futuro episodio del pódcast. Incluso bromeamos diciendo que podríamos haber grabado directamente aquella conversación, que podría ser la entrevista en sí.

No sabía que Adolf estaba tan mal de salud. Me constaba que él había asistido a alguna reunión de bolsilibros celebrada cerca del Mercat de Sant Antoni, aquí en Barcelona. Por desgracia, a las últimas a las que sí que había ido yo, al descubrir e interactuar con esta comunidad del mundo del bolsilibro que todavía queda en la ciudad condal, él no pudo asistir.

Lo achacaba a problemas de movilidad. En alguna ocasión le comenté que podría ir a buscarlo con el coche, o incluso varios amigos podríamos acompañarle en un taxi compartido. El caso es que nunca lo hicimos...

En resumen: nunca pude conocer a Adolf en persona. Tampoco pude entrevistarle para mi pódcast.

Pero sí que lo conocí por teléfono, hablando de literatura y de la magia del proceso creativo. Y, de alguna forma, hicimos esa entrevista solo para nosotros y en una única función.

No voy a caer en ese error de ascender con elogios desmedidos a cualquier persona que ha fallecido. Mentiría si dijese que Quibus es mi escritor favorito de bolsilibros, o si asegurase que es de los mejores que publicaron en Bruguera, o algo por el estilo.

Quizá, de los que he leído de él, el que más me gusta y os recomiendo es La selva profunda, de la colección Tam-Tam. Una aventura pulp sencilla y bien ejecutada.

Por lo que pude intuir en nuestras conversaciones fue una persona comprometida con el arte y lo creativo. Un tanto rebelde; apartado hasta cierto punto del sistema (creo que de manera voluntaria y por sus propias decisiones) y buscando una vertiente alternativa. Fue una pena que no pudiera entregarle mis bolsilibros; una pena que no pudiésemos colaborar en algún pódcast u otro proyecto, pero la vida es así... Y en ocasiones, la vida simplemente se va.

Sirva esta entrada como pequeño homenaje a Adolf Quibus. «El hombre del paraguas», le llamaban algunos. En un mundo donde ya no llueve. Quizá es una bonita ironía para Adolf. Un hombre con unas ideas y convicciones, en un mundo un tanto a la deriva; donde ya esas ideas no tenían quizá cabida. ¿No es acaso lo que nos sucede o nos puede pasar a muchos de nosotros?

Adolfo Quibus dedicatoria

Le dediqué Vance Lorigan al señor Quibus. Sé que él ya no podrá leerlo y no creo en vida después de la muerte ni ese tipo de absurdos consuelos. Sé que no servirá de nada, aunque es mi manera de enmendar esa cita que no llegó y esa entrevista que no se grabó.

In memoriam Adolf Quibus.


P.D. Matraca Ediciones ha reeditado muchas de las obras de Quibus. Incluso ha publicado algunas inéditas, entre ellas la que él me confesaba que creía que era su mejor libro: Otoño tardío. Las tenéis todas aquí.